
Es el Gran Día. El momento más esperado, y el que genera mayores expectativas de un viaje a Uganda. El encuentro con los impresionantes gorilas de montaña en libertad (habituados a la presencia humana, eso sí). La cita es en el Bwindi Impenetrable Forest National Park (BINP), en el extremo sudoeste de Uganda, próximo a las fronteras de Ruanda y Congo, los dos otros países que albergan también gorilas en las selvas de las montañas Virunga (son les tres únicos en el mundo). En Uganda, a parte del bosque de Bwindi, hay otra zona en la que hacer «gorilla tracking», limítrofe con la frontera ruandesa y su Volcanoes National Park: el Mgahinga Gorilla National Park.
¿Vale la pena pagar 600 $ por persona por la experiencia? Es también una de las grandes preguntas. No he encontrado o leído a nadie que lo haya vivido y diga que no, es cierto. La emoción, intensa emoción, de haberlo conseguido hace olvidar todo lo demás. En resumen, si puedes hacerlo, no lo dudes ni un segundo: lo recordarás toda tu vida. Y es mejor estar en buena forma, así que ¡no esperes más!
Dicho esto…. Mmm. En el Heavens de Kigali un blanco que conocí, con amplia experiencia en el continente africano, aseguraba con sorna que no le interesaba para nada y que el precio era una locura. Razón no le faltaba. Pero él nunca fue. Ni piensa ir, insistía antes de invitarme a una cerveza (decliné la invitación, no quería entretenerme). Los escépticos son siempre los que no han ido, nunca los que sí.
Pero aún así, y absolutamente feliz de haber disfrutado de esta experiencia única en África, creo que… el precio es alto. ¿Se podría ajustar más, teniendo en cuenta la cantidad de personal involucrado en este delicado proyecto (indispensable para la protección de una especie en peligro de extinción) y el tiempo (años) que requiere la habituación de los grupos de gorilas a la presencia humana? Lo ignoro. Pero seguro que el gobierno ugandés podría poner un poco más de su parte.
Da trabajo a mucha gente, sí, y evita la caza furtiva. Bravo. La experiencia es increíble, emocionante, única, inolvidable, sí. Pero decir que vale “cada céntimo que has pagado” (algo tópico) es discutible, y lo digo sabiendo que me pongo a la contra de la opinión casi unánime. Hacer pagar a una familia de tres miembros 1.800 $ (propinas a los porteadores, gastos de alojamiento y transporte aparte, y aquí no es barato) por hacer una caminata de medio día (a veces sólo una o dos horas) y estar 60 minutos de reloj con los gorilas en el monte es un presupuesto que no todos pueden permitirse.
Es una experiencia exclusiva, en el sentido más literal del término. En parte porque la afluencia permitida es muy limitada (a 8 personas por grupo de gorilas y día) para minimizar el impacto. Lógico y comprensible. Lo que para mí es una lástima es que este precio, no los límites de la visita, se ponga a la vida salvaje en un paraje natural. En fin, ahí lo dejo.
Buena noticia: la especie se recupera y ya son más de un millar
Al final hay que pensar que los fondos van a buen fin, como señala National Geographic. Bwindi alberga alrededor de la mitad de los gorilas de montaña que quedan en el planeta y la buena noticia reciente es que los esfuerzos para protegerlos han dado sus frutos y el último censo arrojaba un positivo aumento de ejemplares: son ya más de un millar, contando los más de 500 de la parte ugandesa. Por tanto, la especie ha pasado de estar en “peligro crítico de extinción” a solo “peligro de extinción”, marcando una nueva distancia que no es poca para este frágil ecosistema, como bien saben en el Congo: la guerra y los furtivos causaron estragos entre los gorilas. Los que sobreviven y logran ponerse a salvo en Ruanda por ejemplo, muestran luego mucha agresividad ante la proximidad de las personas. No se lo reprocho.
El temor de Dian Fossey
Hace cuarenta años, cuando solo quedaban 240 ejemplares, Dian Fossey vaticinaba la desaparición del gorila de montaña para el año 2000 si no se invertía la tendencia. Por suerte, se equivocó. Pero la fundadora del legendario Karisoke Research Center, en Ruanda (limítrofe con la República Democrática del Congo), tuvo que lidiar con la dolorosa pérdida de su amado Group 4, el primero que había estudiado. Unos furtivos lo diezmaron en 1978 (mataron a cuatro de ellos y otros tres acabaron falleciendo más tarde como resultado de la fractura de la familia).
The Dian Fossey Gorilla Fund International califica así el reciente hito de la notable recuperación de la población de mountain gorillas: “From tragedy to fragile success”. Es el resultado de “décadas de protección” y el esfuerzo de “centenares de individuos” dedicados a esta tarea.
Consejos para rastrear gorilas
Paso a dar algún que otro consejo práctico y personal. Los que estén considerando realizar el gorilla tracking en los otros dos países donde es posible, que sepan que en Ruanda el precio es más del doble (1.500 $) y en Congo hay que informarse bien antes de las condiciones de seguridad del momento en la zona que se vaya a visitar. Se puede hacer pero no es fácil.
O al menos se podía hasta mayo de este año, en que fue asesinada una de las guardas del parque nacional de Virunga. Rachel Baraka halló la muerte cuando intentaba defender a dos turistas británicos y su conductor del ataque de unos rebeldes, cada vez más abundantes en esta convulsa zona del Congo: Baraka, de tan solo 25 años, es la octava víctima mortal entre los guardas forestales desde principios de año. Las actividades turísticas fueron suspendidas a raíz del asesinato, lo que supone un duro golpe para un parque que sólo recibe un 5% de sus fondos del Gobierno y vive de donantes internacionales, organizaciones de defensa de la naturaleza y de las entradas que pagan los turistas.
Por otra parte, en el país vecino, justamente por el aumento del precio en las montañas Virunga de Ruanda el gobierno ugandés decidió retirar los descuentos que hacía habitualmente en los meses lluviosos (y por tanto más incómodos), es decir en abril, mayo y noviembre. Como muchos vienen a Bwindi desde Ruanda atraídos por el mejor precio ugandés, pues… como que ya no les hace falta hacer descuentos. Toma ya.
¡A por el grupo “difícil”!
Por lo demás, en muchas webs y guías ya se explican los detalles prácticos de la visita a los gorilas, quizás no hace falta repetirlos aquí… Pero me atrevo a decir que, por mi experiencia en la zona de Ruhija (hay tres zonas más de exploración: Buhoma, Rushaga y Nkuringo), yo aconsejaría a los que estén en mediana buena forma -y les gusten los trekkings- que insistan en ser incluidos en el grupo “difícil”.
En el campo base normalmente se organizan los grupos (de 8 personas) por nivel de dificultad: fácil, medio y difícil. Se corresponde con la distancia que, en principio, están las respectivas familias de gorilas que se van a rastrear. Digo en principio porque, como se sabe, éstos se desplazan libremente por el bosque húmedo, y la localización se actualiza sobre la marcha, walkie talkie en mano, gracias a los rastreadores avanzados en el terreno que siguen las pistas de la última noche donde durmió la familia en cuestión.
¿Y qué pasa? Pues que a los más mayores, jóvenes o con menor movilidad los ponen en el primer grupo. Puede ser que, con suerte, en tan sólo una hora de caminata, o menos, lleguen a los gorilas. Sabe a poco. Todo sucede muy rápido, porque la hora de reloj con los gorilas pasa volando, huelga decirlo. Y otro factor a considerar es que los que caminan lento obligan al resto a aminorar la marcha. Al final, ésta puede resultar menos excitante de lo esperado.
Según te anuncian al principio en el briefing, desde Ruhija puedes tardar entre media hora y siete horas en llegar a “tus” gorilas. Puede asustar la idea de adentrarse tanto tiempo por un bosque tropical espeso, accidentado y a menudo resbaladizo por las últimas lluvias (te has levantado a las 6 de la mañana para estar en el briefing a las 8 y empezar a andar poco antes de las 9)… pero para mi gusto, cuanto más tardes, más emoción. Aunque canse, que cansa.
Yo, que viajaba solo, tenía plaza a priori en el grupo difícil (ya había empezado el briefing, dando información de la familia de gorilas escogida, Mukiza) y me cambiaron al rato al grupo “medio”, que ese día rastrearía al grupo llamado Kyagurilo, integrado por nueve miembros liderados por el silverback Rukaro. Hicieron cuentas y resulta que en éste eran sólo 7 y les faltaba uno, mientras que en el mío ya éramos 9. A la hora de la verdad, pues, ese día en poco más de 2 horas ya habíamos llegado a los gorilas. Y después de leer mucho al respecto y estar preparado para lo peor… me pasó rápido y bastante “ligero”.
Después de les preciosos 60 minutos reglamentarios en compañía de los grandes simios, tan cerca de ellos que algunos pasaron entre nosotros rozándonos, fuimos a un claro del bosque ladera abajo para comer nuestro packed lunch y estábamos de vuelta hacia las 13.30 horas. Aunque en la caminata de regreso empezó a hacer mella el cansancio, mi sensación es que todo transcurrió más ágilmente de lo esperado.
En este precioso bosque tropical se pueden avistar gran número de mamíferos (wild pigs, bush pigs, duikers…) monos (cercopiteco de L’Hoest, el mangabey de mejillas grises, el cercopiteco de diadema…) y hasta 350 especies de aves. En Mgahinga se encuentra, además, el precioso mono dorado. Cualquier esfuerzo para dedicar un par de horas a probar suerte en ese sentido lo hubiera agradecido, aunque hay que decir que raramente ves a los pequeños mamíferos, como máximo sus huellas.
Algunos datos
Aunque la información básica está en la web de la UWA, hay que saber que en Bwindi estás a 2.600 metros de altitud (puedes llegar a 3.000 en Virunga) y que el área cubre 331 km2 de bosque tropical. Si las condiciones climatológicas empeoran (mejor venir fuera de la estación de lluvias) hace frío, sobretodo a primera hora.
El Parque Nacional fue creado en 1991 y, después del trabajo de habituamiento con un primer grupo de gorilas, el Mubare, en 1993 éste ya podía ser rastreado con turistas. En 1994 el parque fue declarado UNESCO Natural World Heritage Site.
Actualmente hay 11 grupos en las cuatro zonas de Bwindi, creo, habituados a recibir cada mañana a una familia de sus ‘primos’ humanos para que los miren un rato, y les hagan fotos, claro, mientras ellos siguen a lo suyo; retozar, comer hojas, subirse a los árboles, pasear, desparasitarse y eventualmente acercarse a la gente, ya sea para pasar a su lado como si los ignorasen o curioseando un poco más…
Siempre hay, no obstante, un sutil intercambio de miradas. Nos observan de reojo o entre la vegetación, con más o menos forzada indiferencia, pero este punto mágico de comunicación visual, además de permitir inmiscuirnos en su intimidad salvaje por un rato, explica gran parte de la emoción que conlleva el encuentro.
Las muestras de fuerza o cargas de los impresionantes Silverbacks (espaldas plateadas) son raros, (si se siguen las normas) y en todo caso los rangers nos ayudarán a mantener la calma. No hay duda de que los más pequeños comportamientos inesperados pueden convertirse en la atracción del día, pero nunca se sabe…
“Gorilla rules”: normas para un tracking apropiado
Digamos que la protección de los gorilas es mucho más importante que la de los turistas, y ésta es la principal misión del parque de Bwindi. Por encima de todo. Es decir, si la norma general es no acercarse a los gorilas a menos de 7 metros es para evitar contagiarles la más mínima enfermedad, no para evitar que te ataquen.
Otra cosa es que ellos decidan acercarse a ti más de la cuenta… Si eso sucediera, huelga decir que nunca hay que tocar o intentar tocar a un gorila.
Normas básicas:
- – No se permite la visita a menores de 15 años ni personas con enfermedades contagiosas como gripe o resfriado (con un certificado médico se reembolsa la mitad del permiso pagado por adelantado, pero no se cambia para otro día)
- – Los grupos son de un máximo de 8 turistas, trackers y porteadores aparte
- – Se recomienda tomar un porteador (y darle después unos 20$ por su trabajo) para que te lleve la mochila y te ayude o moverte por la densa y accidentada ruta. “Tira de tí o te empuja, como si fuera tu papá”, bromean. Es una forma de “apoyar a la comunidad”, también.
- – Llegado el momento, el “porter” tomará tu “walking stick” (bastón de andar) y tu mochila más grande (donde hay tu “packed lunch”) y se quedará en segundo plano. Los gorilas no deben ver a nadie con bastón, ya que su memoria podría identificarle como un cazador furtivo y saldrían huyendo.
- – Una obviedad: hay que estar en estricto silencio o “minimizar” las voces. De hecho, desde que se entra en el bosque es recomendable hacer el menor ruido posible para no ahuyentar a otros animales.
- – Hay que quedarse dentro del grupo en todo momento.
- – Se puede filmar y fotografiar, pero sin flash. Y evitar movimientos excesivos o bruscos. Lo mejor es quedarse quieto y sacar fotos desde una posición estable
- – No se puede comer o fumar a menos de 200 metros de los gorilas. Nunca en su presencia, ni tampoco beber.
- -Si hay que estornudar o toser, hay que volver la cabeza hacia la dirección opuesta (si antes del tracking alguien se siente mal, está obligado a comunicarlo a los organizadores).
- – Si durante el camino hay que orinar o defecar, debe hacerse en un agujero de al menos 30 centímetros y cubrirlo cuidadosamente. Otra vez: evitar el riesgo de cualquier pequeño contagio que podría diezmar a un grupo.
- – No se puede recoger flores o frutas del bosque.
Fotografías y vídeo: una hora con los mountain gorillas pasa volando. Verlos la mayor parte del rato a través del visor de una cámara o una pantalla digital no es la mejor opción para disfrutar al máximo del momento. Y si uno no es fotógrafo profesional o no tiene un buen equipo, es probable que, por las condiciones de luz y el movimento imprevisible de los gorilas, las fotografías resultantes no sean precisamente para una portada del National Geographic. Borrosas, desenfocadas, oscuras en su mayoría, o con hojas y ramas entorpeciendo el retrato perfecto. Así que mejor no obsesionarse: hay mucho que mirar en todos lados, porque van a suceder cosas entre los miembros de la familia gorila y mejor no perdérselos.
Alojamiento: es esencial reservar el alojamiento tan pronto nos confirmen el permiso y la fecha. Muy importante: buscar un sitio en la zona donde vamos a hacer el tracking. Cuanto mas cerca de la puerta de entrada, menos madrugón y menos posibilidad de llegar tarde y perder nuestra plaza (pagada). Yo reservé por mi cuenta en el Broadbill Forest Camp (en la zona de Ruhija) una “Ensuite tent” (gran tienda con baño) con terraza y vistas al bosque, a 110$ FB (pensión completa).
Tienen un “simple cottage” sin vistas por 40$ pero no lo recomiendo. La “tent” es preciosa (el techo y paredes son de lona pero el interior es como un lodge) y aunque parecía cara a priori, comparada con lo que pagas en el resto de Uganda, creo que valió mucho la pena.
El trato es exquisito, el personal muy agradable, el lugar un remanso de tranquilidad y el entorno natural fantástico. Tienen el privilegio de albergar unos cuantos “Three Horned chamaleon” (el pequeño pero precioso camaleón de tres cuernos, de 13 centímetros desde la cabeza a la punta de la cola) del Rwenzori en los arbustos del camino, así que nada más llegar te ofrecen un “free walk” de dos horas para verlos, que incluye un breve recorrido por el camino para ver el bosque y admirar las vistas.
Nos acompañó la simpática Sharon después de recibirnos a John y a mí con su luminosa sonrisa y un zumo fresco de maracuyá (passion fruit) y una toalla húmeda caliente. El Broadbill, propiedad de un ugandés, tiene su propio huerto en el que cultivan hortalizas, paneles solares (el agua caliente tarda 5 minutos en salir de la ducha) y no hay enchufes en las 5 tiendas y 2 cottages de que dispone: para cargar dispositivos, en el comedor a la hora de la cena.
Tras el paseo, Sharon me recomendó tener la comida bien empaquetada y guardada, evitar olores fuertes como la fruta… (por los monos) y me dijo que podía oír los chillidos de los chimpancés al atardecer o por la mañana temprano. “And if you hear the noise of elephants aproaching don’t panic, just stay in the tent and the community will take care”, añadió. No sucede a menudo pero por si acaso. Los ahuyentan con ruido y listo.

Datos útiles:
Equipo básico para el tracking: igual que con los chimpancés pero más exigente por las condiciones especiales. Un bastón de caminar es muy útil para mantener el equilibrio en las zonas más accidentadas o resbaladizas. ¨Será tu tercera pierna”, te avisan. La protección contra la lluvia y la humedad es esencial y ello incluye unas zapatillas de trekking a prueba de agua, un impermeable ancho que nos permita cargar una pequeña bolsa o la cámara debajo en los ratos de lluvia y, mejor que capucha, aconsejo un sombrero con alas anchas también impermeable. Más práctico, sobretodo si llevas gafas, pero incluso para sacar fotos o utilizar los binoculares. La comida para llevar te la preparan en el alojamiento.
Permisos: 600$ por persona. Por correo a la Uganda Wildlife Authority (UWA) -tiene oficina en Kampala- o, más práctico, través de una agencia de viajes local. Si le contratamos otro servicio a esta agencia, como un recorrido de varios días o nos alquila un vehículo con conductor, nos tramitarán el papeleo sin coste adicional. Si no, pueden añadir un 10%. La reserva es para una persona un día concreto y con bastante antelación (2 o 3 meses mínimo para asegurar la plaza). Cuanto menos falte para el viaje, menos posibilidad de cambio de fecha, sino imposible. Lo normal es barajar primero unas fechas, comprobar si hay plazas libres, y confirmarlo. El total del pago se hace con antelación también, lo que obliga a una transferencia bancaria o por agencias como Western Union con su correspondiente comisión. Pedirán que enviemos nuestro pasaporte escaneado para tramitar el permiso.
Broadbill Forest Camp (zona Ruhija de Bwindi): reserva por correo electrónico a emmygongo@yahoo.com / telf. 0754134875 / +256 (0)772853372). “Ensuite tent” (a 110$ FB (pensión completa: cena a la llegada, desayuno y packed lunch para llevarte al tracking al día siguiente). “Simple cottage” sin vistas por 40$. Exigen pago completo por adelantado (transferencia bancaria a una cuenta en Uganda en dólares). Para evitar las comisiones elevadas de una transferencia internacional, les sugerí hacer el ingreso una vez llegado a Uganda, en la sucursal de Entebbe. Al final lo hice (en dólares americanos en efectivo, billetes no anteriores a 2007) en la de Fort Portal, un par de semanas antes de la llegada a Bwindi. Presentas el resguardo del ingreso a la llegada al Broadbill Forest Camp.
© Texto y fotos de Carles Cascón, 2018
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